sábado, 10 de noviembre de 2012

Grecia

Grecia

Sabemos que en la Antigua Grecia se tenía una gran estima por el teatro. Anfiteatros, máscaras y coturnos así nos lo revelan. Quizá fue la máscara que los actores griegos vestían en sus representaciones lo que dió lugar a la evolución al teatro de muñecos, cuando dicha máscara -que servía para per-sonare, esto es, para "hacer soñar" y ser la "persona" - se fue separando poco a poco del actor que la portaba. Sabemos tambien que el teatro de muñecos convivió junto con aquel de actores de carne y hueso, aunque en un segundo nivel, y que eran comunes las representaciones con títeres de hilo -se les llamó amalgamata neuronpasta en griego, de neuron, tendón o cuerda-.

Platón, por ejemplo, en su obra "La República", se sirve en su famoso "mito de la caberna", para explicar el mundo de las cosas que nos rodea como sombras de una realidad superior, de la tradición titeril que existía en la época, pues la realidad de este mundo son como las sombras que los prestidigitadores reflejan en la pared de la cueva.

De esta época han llegado hasta nosotros otro tipo de testimonios. En el año 422 a.C. Xenofonte nos narra la visita de un titiritero a la casa del rico y poderoso ateniense Callias, en Siracusa, por lo que podemos deducir que los títeres en Grecia eran una cuestión de público reducido en medio de un ambiente mas bíen distendido y festivo y que el titiritero llevaba una vida poco grata y errante, buscando la casa donde mejor pudiera estar pagado.

Aunque no sólo existían las representaciones privadas. De igual modo sabemos que en el siglo III de nuestra era, se representó un espectáculo de títeres en el interior del gran teatro de Dionisio. Ateneo nos narra en su "Banquete de los Sofistas" cómo el pueblo de Atenas "ha prostituido con los muñecos de Photino (que sería el titiritero) la escena en que los autores de Eurípides habían declamado su entusiasmo trágico.


Tanto a Aristóteles como a Platón les encantaban los títeres. Platón discutía sus ideas con un títere en la mano, en lo que eran las plazas donde se reunía la gente del pueblo.

"Supongamos amigos míos que cada uno de nosotros es una figura animada que a descendido del taller de los Dioses. Las pasiones que nos impulsan son como hilos que nos mueven en esta o en la otra dirección"
Platón

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